Otra realidad...

Publicado en 3 mayo 2012 por Nunca es tarde.

Yo era de esas mujeres que pensaba que nada era imposible, de esas que lloraba de felicidad y no de tristeza, de aquellas que siempre pensaban en los demás, de las que caían y se levantaban solas sin ayuda de nadie.

Yo era de aquellas que creía en el amor, que veía a los hombres como los seres mas perfectos al lado de una mujer, yo era aquella que nunca pensaba en la muerte de forma voluntaria, yo era una mujer, pero una mujer hecha y derecha de las que se levantaban cantando y con una sonrisa en la boca.

Creía que había que aprovechar cada momento, que la vida pasaba y eran dos días. Era de las que no se cortaba cuando algo le hacía gracia y si tenia que contarlo mil veces, mil y una lo repetía y me hacia la misma gracia.

Yo era Belén con tilde en la ultima "e" que para eso soy aguda, y termina mi nombre en “n”, aunque ahora también eso parece que lo perdí.

Era de aquellas que quería comerse el mundo después de que la cosa más tonta le hiciera feliz, era de las que lloraban con algo y no con todo como ahora, me gustaría seguir siendo de las personas que no pagan el pato con quien no debe, pero últimamente no se controlarme ni yo misma.

Yo era Belén Díaz López, la que escribe no se quien es. Si encontrais, a la de antes decirle que no cambie nunca, porque no sabe lo triste que se siente una al cambiar tanto en unos meses. Ahora sí.. el día que vuelva será MEJOR.

Sin embargo, no siento dolor, tampoco rabía, ni odio, ni resentimiento. Es curioso porque esos tres sentimientos me han acompañado desde que era una niña, ejendrados por la indiferencia de mis padres.

Borre de mi interior cualquier rastro de humanidad y me convertí en una fiera, perseguí con ansia el poder y recorrí de su mano un camino de muerte y sufrimiento. A veces no sabía ni quien era.

Los hombres me odiaban, pasaba de ellos, solo los quería para no sentirme sola. Conseguí todo lo que había deseado. No me puedo quejar. Hice muchas cosas y siempre dí con hombres de los cuales estaré muy orgullosa de su trato hacia mí.

Sin embargo me sentía muerta. Sí, estaba muerta. Y para darme cuenta basto solo una mirada, una mirada que giro mi vida 180 grados. Él me miró de una forma diferente, de la forma más tonta, cuando menos lo esperaba todavía quedaba alguien como él.

Vio que dentro de la fiera todavía existía un poquito de humanidad, y él me trajo de nuevo a la vida, me dio el cariño que siempre había necesitado, con mi razón para sobrevivír, para dejarlo todo atrás y querer empezar de nuevo.

Me arrepiento de muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un último amanecer al lado de él. No cambiaría por nada todo lo bueno que he vivido contigo, NADA.

He sufrido mucho, reconozco que bebí de mi propia medicina este último año, pero si este es el precio que debo pagar por quererte tanto, no hay nada en mi vida que me halla salido más barato, no siento dolor, solo quiero quedarme así para siempre, sintiendome joven y queriéndote a ti.